Al analizar las restricciones que aplican algunos vendedores a sus lectores de libros electrónicos, podemos decir que estamos aún en un período de oscurantismo digital.
Ayer en el Wahington Post, Rob Pegoraro publicó una crítica del nuevo lector de Barnes and Nobles, el Nook. En esta columna, nombra tres de los lectores más populares del mercado norteamericano (el más importante de lejos a nivel mundial): el Reader de Sony, el Kindle de Amazon y obviamente, el aludido Nook.
Compara el Nook al Kindle más especificamente, encontrando sus puntos comunes (pantalla e-ink, conectividad inalámbrica 3G con un receptor de Wi-Fi integrado en caso de falla del servicio telefónico) y diferencias:
- Diseño: el Nook incluye dos pantallas, el panel principal de lectura y una segunda pantalla táctil dedicada a la navegación
- Autonomía: el Kindle permitiría leer más páginas entre dos recarga de batería
- Compatibilidad : el Nook permite leer documentos personales cargados al dispositivo a través de un puerto USB, en formato PDF, ePub, PDB o MP3 mientras que el Kindle sólo lee archivos en su formato propietario AZW
- DRM (o Digital Rights Management): el Nook incluye una funcionalidad llamada "LendMe" que te permite prestar un libro una vez a otro cliente de Barnes and Nobles por 14 días. El Kindle de Amazon te impide transferir un texto a otro dispositivo.
La Edad Media
Me llamó mucho la atención el que el autor no cuestione más profundamente el asunto de la protección de las obras. Me parece legítimo que los autores y que en forma general, los actores de la industria de los libros se preocupen de que no les pirateen sus obras y finalmente, no lucren usando su trabajo. Pero el consumidor no puede salir perjudicado de esta forma. ¿Cómo justificar que no pueda leer mis propios documentos en mi dispositivo? Cómo justificar que no le pueda prestar libros que he comprado a un amigo? Acaso no lo puedo hacer con un libro de verdad? Porqué un libro electrónico tiene que ser más restrictivo?
Y cuando deciden "abrir" sus restricciones lo hacen en forma demasiado ridícula: puedo prestar un libro una vez a un amigo durante 14 días...
Además con todos los precedentes que existen en la industria musical ¿no será una postura algo anacrónica?
A este respecto David Pogue, el conocido columnista del New York Times, relata una experiencia que hizo con su editor O'Reilly. Decidió liberar uno de sus libros en versión PDF no protegida: se dio cuenta que si bien se podía encontrar el libro en descarga libre en todos los rincones de internet, las ventas de la versión de papel no bajaron, e incluso subieron. Claro, su libro había ganado publicidad. Entonces? Qué están esperando los grandes actores de la edición electrónica para seguir el ejemplo y encontrar nuevas formas de difundir libros que no perjudiquen al lector?
La industria musical lo hizo, incluso Apple logró consolidar iTunes, su plataforma de descarga pagada de música, cuando todo el mundo era capaz de descargar música gratis. Esperemos que la industria del libro sepa aprovechar esta experiencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios son bienvenidos, gracias por tu aporte.